Hurgar en la mitología griega resulta una tarea fascinante, reveladora e interesante. Responsabilizar de la vida, la muerte, la climatología, del amor y el desamor a los Dioses es lo más curioso de la antigua sociedad griega.
Cientos de veces he sentido la necesidad de saber de dónde salían las ideas. Cientos de veces he ansiado saber de dónde salía la inquietud por crear. Hallé en las páginas de un libro, amarillento de vejez, a quien culpar de la inspiración: las musas.
Nueve culpables de la música, del arte y de las ciencias. Creadoras de compases literarios y de versos musicales, portadoras del lienzo del artista y responsables de la mano del pintor, cual marioneta, sin oponer resistencia, se somete a merced de su divinidad para enriquecer a la humanidad con su obra. Las musas: culpables de la belleza del mundo.
Sin embargo, con sus ventajas e inconvenientes, no estamos en la antigua Grecia. Se fue y con ella se fueron las inspiradoras musas, encerradas para siempre entre las páginas de los libros de los que un día fueron responsables.
Sólo unos minutos de reflexión son necesarios para caer en la cuenta de que la sociedad exprés en la que sobrevivimos no tiene tiempo para detenerse apreciar la belleza de lo efímero y mucho menos, de lo duradero.
No obstante, también en nuestros días, existen personas capaces de crear y mostrar, capaces de erizar la piel del resto de los mortales con la belleza de sus obras, capaces de dejarse manejar por la inspiración. ¿De dónde sale su inspiración? Su inspiración surge de captar los detalles de la vida cotidiana que pasan desapercibidos al resto.
No sé qué nombre darle a estos seres especiales que ven más allá de lo que ve el resto del mundo, que materializan los sueños y los transforman en arte para el disfrute de alguien, algún día, pero hay algo que si sé: ven lo que nadie ve, exprimen al máximo el brillo de los ojos de un niño al sonreír, el frío impacto del oleaje en los tobillos mientras la arena masajea la planta de tus pies y el calor del sol sobre su cara, huelen las sábanas recién acostados, disfrutan del silencio en compañía de un verso, lloran cada vez que escuchan su canción triste favorita y tiemblan de emoción con sus seres queridos...
Estas, y muchas más, son cualidades de estos seres aunque, la cualidad básica es esta: atrapar el momento y transformarlo del corazón hacia fuera en belleza. El ser humano es arte y tú eres uno, ¿Has descubierto esta cualidad? Inténtalo.