Existen en la vida ocasiones que cambian por completo tus expectativas en cuanto al futuro. Momentos que, sin más, marcan un antes y un después en la vida. Segmentos de la vida en que todo es diferente. Puntos de inflexión que, si queremos, determinan un nuevo rumbo en la vida, que abren una nuevo camino por el que tenemos la posibilidad de andar o pasear, según el ritmo que nos marquemos.
No sabemos bien cómo ni por qué se abre un nuevo camino en la vida pero lo cierto es que ahí está. Te colocas frente a él y empiezas a depositar toda tu esperanza y confianza y haces de ellas el suelo donde caminar para intentar llegar al otro lado. Esperanzas e ilusiones, tan frágiles que en cuanto pisas sobre ellas te advierten del peligro balanceándote de un lado para otro haciéndote perder el control.
El miedo a lo desconocido, arriesgar por una meta que tan siquiera ves con claridad, un camino que no sabes si con certeza te llevará a lo que realmente deseas que esté allí, al final. La familia, los amigos, son todas esas flechas que están siempre presentes en medio del camino para guiarte en los momentos más confusos, cuando las ilusiones se desvanecen y solo quieres parar, sentarte y no seguir construyendo tu camino.
Llegados a este punto me gustaría reflexionar sobre el camino del amor. Paradójicamente, el amor es el camino que no une a una persona con su destino. El amor es el destino de dos personas que cruzan un camino para llegar a un objetivo. La felicidad.
En ocasiones el camino del amor es estrecho y débil, tenebroso, misterioso, atractivo, resbaladizo. Los dos caminantes que se dirigen hacia la meta son personas distintas. Una posa sobre la otra su deseo de acompañarla en el camino y viceversa. Se hacen esfuerzos en diferentes versiones para lograr avanzar cada día un paso más. Algunas veces las personas paran, descansan, y consiguen volver a arrancar la marcha mucho más seguros de si mismos, son momentos difíciles sin duda. Estos descansos pueden coincidir con las crisis mentales que todos en algún momento hemos tenido con esa persona que nos estremece el corazón desde dentro porque, sin quererlo se nos ha colado dentro de él y que nos negamos a mover de ahí.
De todo este camino lo único importante es creer en la persona con la que caminas, sonreir a su lado, sentir la necesidad de que sonría, sentir que es la única persona con quien deseas romper a llorar si fuese necesario y sentirte reconfortado cuando solo con una mirada te seca las lágrimas del alma.
Porque el amor es, en definitiva, significa no dejarse vencer por la adversidad y siempre, siempre, creer en la magia. (*)
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