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10 de abril de 2010
Días de...pensar
Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
Es la definición que encuentro en el diccionario de la Real Academia cuando me atrevo a indagar en el significado de la palabra amistad. Maldito atrevimiento.
Hoy es uno de esos días en los que te levantas con mil preguntas que hacerle a tu vida. No sé por cual empezar. Días de pensar, como los llamo yo. Días en los que das varias respuestas a una misma pregunta, normalmente opuestas. Días en los que todo te parece demasiado triste o demasiado alegre. Días de extremos que se tocan. Días de...pensar.
Acontecimientos recientes me llevan a plantearme la palabra definida en el comienzo de este post. Un post que, para muchos, tendrá similitud con muchos momentos de su vida. Probablemente todos hemos tenido estos días de pensar en los que nada nos parece demasiado bueno ni demasiado malo, todo es confuso.
Somos humanos, nos equivocamos, lo entiendo. Lo entiendo una, dos... Lo entiendo incluso tres y cuatro veces. Recompongo mi confianza como buenamente puedo y aprendo a seguir confiando. Dispuesto a que todo sea igual que antes.
Ardua es la tarea de entrar en mi corazón, de ganarse mi confianza y lealtad. Lo asumo. Comprendo perfectamente que la mayoría de la gente no esté dispuesta a mover un dedo por conocer a alguien como yo. Duro en la forma y blando en el contenido. Una vez que alguien se cuela dentro de mi .vida, es muy difícil sacarlo de ahí. Casi imposible. La única persona que puede decidir si sale es ella misma.
Una amistad verdadera se basa en el depósito mutuo de cada alma en las manos del amigo. Pocas veces la he entregado, las veces que la he entregado no me he arrepentido. No quiero arrepentirme ahora. Por eso siempre hay una última oportunidad...
He reflexionado sobre la amistad, probablemente no entendais nada de los párrafos anteriores... Sé que debería escribir para que me entendiesen, pero en los días de pensar, ni yo me entiendo....
Entregas tu alma a una persona, con cuidado, la posas sobre sus manos, confías en que nunca las cerrará demasiado fuerte como para doler, que no la hará sangrar...